PIEDRA, PAPEL, TIJERAS. TESTIGOS SILENCIADOS
Fotografías
de restos silenciados.
Nuestro pasado.
Un proyecto de Jaio de la Puerta Rueda
Pocas veces el sol calienta en las calles de Zorrotzaurre, una isla que fue tierra firme, desgajada a golpe de excavadora de su Deusto natal. Primero quisieron llamarla Zorrotzaurre, cuando era Ribera de Deusto, luego quedó siendo isla, y la llamaron la Manhattan de Bilbao, y ya nada ni nadie identificará los espacios que en otro tiempo fueron testigos y protagonistas de nuestras pequeñas historias. Y de las grandes.
Y fue puerto, y fue Villa, y el txakoli corría en días de fiesta, y las tierras eran generosas con quienes las trabajaban. Y vinieron los talleres y las fábricas a inundarlo todo. Y trajeron trabajo, y ruido, y progreso. Y olía a grasa de máquinas. Y el sabor del salitre se nos pegaba en los labios.
Pero luego vino la crisis y lo arrasó todo. Y la música que se dejaba caer desde las ventanas mirando a la ría, y los aperitivos vecinales en un malecón cercano, se desvanecieron.
Eso es lo que he querido captar mientras he recorrido fisgoneando, husmeando, los trazos de un pasado que alguna vez tuvimos, cargando a la espalda la tristeza y un indeseado extrañamiento de escenas que nadie recordará cuando hayamos muerto.
Desde un jardín secreto que usa las bobinas como mesas, y unas mesas impresas en 3D y otras que son puertas tumbadas; hasta esas ventanas que dan a ninguna parte, dejando correr el aire, aunque la corriente no consiga arrastrar consigo la melancolía.
Y esas tristes, larguiruchas figuras, vandalizadas por irreales, testigos silenciosos que lo mismo danzan y celebran una fiesta, que parecen ser presas en un encierro infinito.
Y fue un domingo de sol de justicia, que apenas dejaba entrever, sin embargo, nuestro pasado. Por fugaz, por olvidado, por siniestro, por astuto, que se esconde tras los muros derruidos de los palacios.
Y me pregunto cuántas vidas enterradas, cuántas generaciones olvidadas por el bien del progreso.
Cómo perdonar el olvido.
Pero es cansado, muy cansado, luchar contra la indiferencia.
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Este texto precede al trabajo, en el que he colocado por parejas, fotografías en blanco y negro de lo que pude documentar en mayo de 2023, intervenidas cada una de distinta manera, para aportar texturas. Van en una caja de madera reciclada de una frutería, y al abrirla, un collage sonoro repite los mensajes que a modo de mantra fueron calando en una sociedad amnésica de memoria industrial: «Demoler y limpiar todo», «Hay que cambiar radicalmente y pronto la imagen», «Demolición generalizada de instalaciones obsoletas», «Solo así se constatará la voluntad colectiva de renovación global».